Antonio José Puerta Pérez nació un 26 de noviembre de 1984 para ser futbolista. Lo llevaba en la sangre. Su abuelo materno, Antonio Pérez Pérez, fue fundador de la Peña Sevillista Al Relente y su padre Antonio jugó bajo el apelativo de Añoño en el Triana, filial del Betis, en los años sesenta. Este chaval nacido y criado futbolísticamente en Nervión se decantó por los colores de la madre. Siendo infantil cambió la camiseta blanquiazul del Nervión por la blanca del equipo de sus amores. De Piscinas Sevilla a la carretera de Utrera con el vecino estadio Ramón Sánchez-Pizjuán entre ceja y ceja.
Desde que ingresara en la cantera sevillista su abuelo ya avisaba sobre la progresión de un zurdo que iba a dar mucho que hablar y advertía que algún día formaría un lío en el Pizjuán. Uno de sus primeros mentores fue el riojano Luis de la Fuente, que le dio el brazalete de capitán del equipo juvenil de División de Honor por su enorme carácter. “Con las ganas que tiene de mejorar y las condiciones tan buenas puede llegar lejos”, decía el ex futbolista de Athletic y Sevilla, zurdo como Puerta, allá por 2002, antes incluso de su debut en el Sevilla B de Manolo Jiménez.
El técnico de Arahal le dio la oportunidad un 7 de diciembre de 2002, con 18 añitos recién cumplidos. Puerta debutó con el filial en Dos Hermanas ante el ahora desaparecido Ciudad de Murcia, pero sólo duró diez minutos sobre el campo, debido a una lesión de menisco. Cuando reapareció después de Navidades, ya sólo saldría del filial camino del primer equipo.
Puerta participó en la primera liguilla de ascenso a Segunda División A junto a un equipazo: Jesús Navas, Kepa, Bezares, Sergio Ramos, Pablo Ruiz, David Prieto, Álvaro, Abel... Todos se estrellaron con aquel paradón del meta del Castellón Oliva a Pablo en el minuto 90. Por entonces ya era asiduo en los escalafones inferiores de la selección española e Iñaki Sáez lo haría fijo de la sub 21.
Poco después, Joaquín Caparrós le dio la oportunidad en el primer equipo. Puerta debutó con la camiseta del Sevilla en su querido y cercano Ramón Sánchez-Pizjuán el 23 de marzo de 2004, en un Sevilla-Málaga (0-1). Fue un estreno testimonial, puesto que hasta la temporada siguiente no tendría cierta continuidad. En la 04-05 jugó seis partidos e incluso marcó un gol, al Numancia.
Por entonces, Joaquín Caparrós ya auguraba un futuro estelar para su nuevo pupilo. “Acabará siendo el lateral izquierdo titular de la selección”, decía el utrerano. Pero no sería hasta la siguiente temporada, la campaña 05-06, cuando definitivamente eclosionaría como futbolista de elite, al jugar 17 partidos de Liga y 12 de Copa de la UEFA, con cuatro goles repartidos en las dos competiciones. Uno de ellos lo encumbró a la gloria eterna, aquel jueves de Feria. “El gol que cambió nuestras vidas”, acuñó el sevillismo militante para recordar que con su zurdazo Puerta abrió el mayor periodo de gloria del club de Nervión.
Juande Ramos ya contaba con él en la temporada 2006/07 como una de las piezas clave de su sistema de rotaciones, hasta completar 30 partidos. En ésta que acaba de comenzar de forma tan trágica estaba llamado a ser un fijo, ya como lateral o como extremo, siempre en esa banda izquierda que subía con tranco, potencia y elegancia.
Por el camino hasta su asentamiento como futbolista profesional dejó el debut en la selección absoluta, el 7 de octubre de 2006. Puerta se vistió la roja de la absoluta en el estadio Rasunda de Estocolmo, al sustituir en el minuto 51 a Capdevila. Luis Aragonés lo sacó para darle más fuerza a España, que perdió ante Suecia un partido clave para la clasificación de la Eurocopa 08 (2-0).
Una lesión le privó de ser citado por el seleccionador para el último amistoso de España en Grecia. El infortunio quiso que se recuperara de sus molestias en los abductores justo antes del dramático partido ante el Getafe, como si su destino estuviese escrito con la tinta imborrable de la tragedia.
Puerta se hacía querer por todo el mundo. Afable, sencillo, siempre paciente con el aficionado y siempre dispuesto a firmar mil autógrafos y hacerse otras mil fotografías. Asequible para los desconocidos, para los periodistas. Siempre sonriente y optimista, pero con un indomable carácter ganador. Manolo Jiménez lo conocía casi como a un hijo y era uno de sus predilectos. Entre todos los futbolistas de primerísimo nivel que han pasado por sus manos, Reyes, Sergio Ramos, Jesús Navas, Kepa, Antoñito..., tenía una especial debilidad con Puerta. “De todos los que han llegado, me quedo con él, por su enorme espíritu de superación y sus ganas de triunfar”. Y llevaba razón.
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